martes, 2 de julio de 2013

Reflexiones

Los últimos días pasaron cosas que hubiesen sido unas flor de entradas, pero la verdad es que no quiero hacer eso ahora. No quiero escribir sobre Bariloche, no quiero escribir sobre el colegio, no quiero hablar de la gente. Quiero hablar de algo que vengo maquinando y que aprendí con el tiempo, gracias a ver lo que me rodea.
Creo que últimamente veo a personas que se enamoran de ideas, y no de personas. Por eso es que fracasan. Si uno se obsesiona con una idea, va a terminal mal, por el simple hecho de que el amor y la obsesión son cosas ciegas, y si uno cree ciegamente en una idea, en una fantasía, en cualquier momento nos vamos a chocar con una pared, sin poder avanzar.
Las ideas, los conceptos y las fantasías, son eso: cosas abstractas. No digo que no tengamos sueños y voluntad para cumplirlos. Pero tampoco hay que disfrazar las cosas con otras cosas que quisiéramos que fuesen verdad. No digo que no tengamos pasión. De hecho, creo que la pasión es una de las cosas que nos prenden el motorcito cada mañana para superarnos o simplemente disfrutar lo que hacemos. Pero ahí viene mi idea hilando mejor: a las personas, amor; a las ideas, fantasías, y sueños por cumplir, pasión. Si cambiamos los roles lo que nos queda por un lado, es enamorarnos falsamente de la persona equivocada por creer que es algo que no es, y por otro lado, enamorarnos ciegamente de cosas abstractas que nos ciegan la vida sin posibilidad de ver y vivir lo mejor.

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