jueves, 24 de octubre de 2013

Dreams

Hace un mes que no escribo. Es penoso, pero estaba seleccionando tanto las cosas para hablar que terminé sin contar nada. Pero lo que hoy me lleva a descargarme, es lo siguiente: fui a una charla sobre la carrera que voy a estudiar.
En general me siento segura y motivada en situaciones nuevas. Pero esta vez tuve que admitir que me sentía intimidada cuando entré. Mientras caminaba por ese edificio tan nuevo para mí, no podía evitar pensar que en los próximos años, parte de todos los días de mi vida prácticamente los iba a pasar entre esas aulas, esos corredores, y saliendo y entrando por la misma puerta por la que acababa de entrar en ese momento. La cantidad de aulas era interminable. Pero eso no es nada: eso era tan sólo un edificio de los 4 o 5 que conforman a la facultad.
A medida de que lo que parecía un muy amable chico del centro de estudiantes, nos presentaba el lugar, iba entrando en confianza y ya no me sentía tan intimidada, más bien como pez en el agua. Si hay algo que sentí en todo momento fue una emoción muy grande. En cualquier momento podría haberme largado a llorar sin razón aparente alguna: hasta a eso llegó mi felicidad interior.
Claramente se notaba que era de la secundaria. Seguramente parecía un cachorrito feliz moviendo la cola porque estaba en un lugar ameno y con perros más grandes a quienes seguir en todo. Pero más allá de esta analogía, la verdad es que realmente me sentí así con los profesores que nos expusieron las carreras de la charla: identificada, con ganas de seguir todos sus consejos y aspirar a saber todo lo que sabían ellos.
Fue extraño. Nunca me voy a olvidar de este día. Recién ahora palpo aunque sea un poco la realidad que voy a vivir los próximos años. Y con esta idea se me viene a la mente otra cosa también importante: estoy terminando la secundaria. Me queda menos de un mes de clases, y ya está. Todo se termina. Siempre dije que no me asustaba la idea de la facultad, y que quería empezarla ya mismo. Pero ahora realmente me da un poco de miedo. Obviamente no es un miedo cegador que me impide tomar decisiones, pero realmente voy a extrañar a mi división. Después de hoy, veo a la facultad como un paraíso donde se me va a permitir aprender todo lo que siempre soñé con saber. Pero ese paraíso tiene un precio, y es el no ver a tus amigos de la secundaria todos los días.
Recién ahora caigo de que algo grande (tan grande que da miedo) y espectacular está por empezar, pero también caigo en que mi querida secundaria, con todos las enseñanzas y recuerdos hermosos que me dejó,
tiene los días contados.



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